lunes, 26 de agosto de 2013

Filosofar

Filosofar. Una acción que tiene múltiples puntos de vista en cuanto a su significado. O por lo menos, distintas maneras de llevarse a cabo. Para algunos es una excusa para no hacer nada. Autoproclamarse “Filosofo” solamente para justificar su total inacción. Otros, son filósofos, pero filósofos de lo banal, de lo absurdo, superfluo. Actividad de tanto en tanto divertida como para pasar el rato. Pero a tener en cuenta: no contribuye a nada. El filósofo en sí, el, se podría decir, verdadero filósofo, cumple una función fundamental en el progreso de la humanidad, ya que, gracias a sus preguntas, a sus pensamientos, a sus conclusiones, pudieron llevarse a cabo los grandes avances que componen hoy en día el mundo como lo conocemos. Pero es esta actividad, la que aplicada en las personas comunes o corrientes, entiéndase por esto a jóvenes estudiantes por ejemplo, constituye el principio de la potencialidad de cambio y acción social, o re-ordenando, acción para el cambio. Las mentes jóvenes son el verdadero motor. Las mentes adultas, llevan a cabo las ideas, y/o las organizan, le dan el pulido de la experiencia, del haber vivido. Las mentes más infantes, son la acción en potencia, en crecimiento. Las mentes jóvenes por lo tanto, son la chispa, la energía entre una bala y su percutor. Energía, todo es energía, energía libre, energía aplicada y con dirección, esa dirección es la importante. Y a veces, nosotros como jóvenes, tenemos mucha energía, que se nos genera en cantidades incontrolables a veces, y el afán por participar, opinar, contribuir, a veces nos hace tomar a la ligera cuestiones que deberían de tener un previo análisis. Y cuando hablamos de política, acción, revolución, ese análisis es más que necesario. No podemos ser irresponsables en ese sentido, porque las decisiones tomadas, afectan a miles. Entonces, tenemos que adecuar esas ideas a la realidad. No necesitamos de nadie más que nosotros mismos para conocer la realidad. La conocemos día a día, cuando caminamos, cuando trabajamos, cuando estudiamos. A veces, el sistema juega sucio, y con un velo muy claro, nos condiciona la información que nos ingresa del mundo, y tiñe nuestro pensamiento en colores a convenir por el jefe de turno. Eso es una trampa difícil de sortear. Pero debemos seguir adelante, agudizando cada vez más nuestro sentido crítico, y dedicarnos el tiempo para… filosofar. Y le llamo filosofar simplemente a charlar con amigos, desconocidos o con nosotros mismos.  A poner en duda hasta el reflejo del espejo, y exprimirle a cada línea de pensamiento hasta la última gota de sabiduría. Llevar a los límites las reglas preestablecidas, teniendo en cuenta que estas, fueron creadas por personas, y en su totalidad están sujetas al cambio. Y no nos tomemos esto a la ligera, y seamos responsables insisto, cada semilla que sembramos, puede ser o hierva buena o hierva mala, de nosotros depende.

Entonces, celebro las tardes de mate eterno, las noches de vino y delirio, los encuentros infinitos en donde las cuestiones de la vida misma y la realidad son debatidas hasta el hartazgo, culminando a veces en peleas, a veces en abrazos, pero siempre, dejando semillas creciendo en nuestras mentes, que germinaran bebiendo el agua de la experiencia y florecerán como una nueva idea, una nueva posibilidad en el camino hacia un mundo más justo.