Largas son las caminatas sin rumbo tratando de perseguir tu
aroma. Evidentemente mi sentido del olfato ya no es el mismo de antes. Las
cuadras parecen más largas y me estoy convenciendo que la caminata es realmente
sin rumbo, aunque en un principio no me lo planteara a mí mismo de tal modo. Ya
mi sentido de orientación no es el mismo que solía ser tampoco. No estoy seguro
cual es el camino de vuelta a casa. Empiezo a no encontrarlo, empiezo a no
encontrarme mientras no te encuentro. La diferencia entre un concepto de
equilibrio y lo que podría ser una obsesión es tan pequeña que algunos
pensadores podrían consideraros como la misma cosa. Es que realmente quizás son
la misma cosa. Desde un ángulo puede ser que no exista la diferencia entre amor
verdadero y obsesión. Por ambos se hacen locuras y en casos extremos hasta se podría
dar la vida. La única diferencia que se podría plantear es que uno es real y el
otro no. Uno vale y el otro no. No sé, parece demasiado arbitrario y solo se
puede acceder a la conclusión desde la mirada de un tercero, lo que lo vuelve más
arbitrario todavía. En fin, volviendo a la búsqueda de caminos, algo que busco
y creo que proporcionara equilibrio al desequilibrio actual parece alejarme de
casa, alejarme de mí. No parece ser la decisión correcta. Parecería ser más una
pérdida de tiempo, un error. Sin embargo, cualquier conclusión a la que pueda
llegar mi cerebro objetivo y racional se desvanece ante la mínima posibilidad
de cruzarte, de sentirte. En una batalla a muerte entre lo racional y lo
irracional la victoria está asegurada. Lo irracional, lo subjetivo acapara
todas las posibilidades, sin dudas. ¿Queda alguna opción? Al parecer no. Seguiré
caminando caminos sin rumbo ni destino. Con una idea caprichosa como bandera
hasta el momento en que otro impulso subjetivo se presente. Quizás ahí, en una
batalla mano a mano, entre iguales, subjetivo contra subjetivo, el resultado
sea otro. Y así, quizás, encuentre mi camino de vuelta a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario